Llega el final del año y con él todo un carro de tradiciones que tratan de asegurar un cambio repleto de felices augurios. Y, entre las costumbres más conocidas y extendidas, está la de llevar ropa íntima en color rojo (tanto en hombres como en mujeres) pero…¿por qué no en otra tonalidad?
Se le conoce como el color de las pasiones y está asociado al fuego y la sangre. Significa atracción, fuerza, vida, valentía y vigor. Representa la energía, el calor y el placer. Pero también se le considera un imán para la suerte y la prosperidad. De ahí que en Nochevieja sea uno de los tonos predominantes en las prendas íntimas de féminas y varones.
Si bien no se sabe con exactitud el origen de esta práctica, parece que tuvo lugar en la Edad Media, época de prohibiciones en la que se consideraba que el rojo pertenecía al demonio y a las brujas. Entonces era un color tabú hasta tal punto que incluso se condenaba la plantación de alimentos rojizos como los pimientos o los tomates. Huelga decir que, en aquellos tiempos, era más que impensable la posibilidad de lucir ninguna prenda inspirada en esta tonalidad.
Sin embargo, fue también en este período cuando nació la creencia de que en invierno, cuando se vestían los paisajes de un blanco casi inerte, era necesario apostar por la vida con el uso de algún que otro complemento de color rojo (símbolo por excelencia de fuerza y brío). Y dado que era imposible llevar nada de ese tono a la vista sin esperar un severo castigo, las gentes decidieron apostar por la utilización de prendas íntimas coloradas.
Hoy en día, la tradición manda que la ropa interior de la última noche del año debe ser de color rojo pero, antes de su uso, es necesario realizar un baño para eliminar las vibraciones negativas y recibir al año nuevo libre de toda energía adversa. La prenda en cuestión debe ser nueva (y si es regalada, su efecto positivo se verá multiplicado) y debe ponerse primero del revés para ajustarla del derecho justo después de la medianoche. De esta manera, dicen que la felicidad está asegurada.
Pero más allá de las fábulas y supersticiones, parece obvio que la Nochevieja es una oportunidad ideal para renovar el cajón más íntimo a la vez que se explora un lado sexy tantas veces adormecido e ignorado. Y es que el rojo siempre aporta sensualidad y mucho erotismo.
¿Y si además trae suerte?
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