Se trata de una prenda de uso diario y muy íntima por lo que no solo debería preocupar que su diseño cause una buena sensación en uno mismo (o impresión en otra persona) sino que asegure unas condiciones óptimas de higiene que no tienen que ver (al menos en este artículo) con las prácticas de aseo personales. Y ¿qué elementos deberían tenerse en cuenta para estar convencidos de que un calzoncillo cumple esos requisitos básicos?
Las dudas que se ciernen sobre estas piezas interiores, aunque no lo parezca, son muchas. No todos sabrían responder si el modelo que se han comprado influye o no en su fertilidad o si lo puede hacer el tipo de tejido. Es más sencillo para ellos responder si ese determinado estilo les favorece lo suficiente o si les procura el confort necesario. Pero dada la importancia de esta pieza clave en la vida de todo hombre, convendría despejar ciertas incógnitas para que, en el futuro, su decisión no se base solo en gustos y preferencias sino en el conocimiento de los aspectos clave que hacen que su elección sea saludable.
Los expertos explican que la función principal que debe cumplir la ropa interior masculina es la de protección. De hecho, su origen se remonta a la necesidad, precisamente, de proteger debidamente los testículos (del frío, de las pesadas armaduras, de las rozaduras por tejidos ásperos de los atuendos…). Hoy en día la situación es bien distinta pero el objetivo sigue siendo el mismo aunque adornado por industria de la moda que ha aportado glamour y seducción a la prenda.
No en vano es una zona delicada del cuerpo que exige unos requisitos de temperatura determinados. De hecho, si son demasiado elevadas, la calidad seminal puede verse reducida. Por este motivo, los calzoncillos excesivamente ajustados no son muy recomendables ya que podrían aumentar tales condiciones térmicas y causar alteraciones en el esperma. Esto no significa, sin embargo, que todos los que los utilicen estén abocados a un problema de esterilidad.
El principal consejo es que los patrones sean holgados para favorecer la circulación del aire y confeccionados con tejidos que absorban el exceso de humedades para restringir, también, el peligro de infecciones. Así se considera que los slips son el modelo menos indicado precisamente porque hacen presión sobre la zona testicular y favorecen la sudoración mientras que los bóxer, al aportar mayor soltura, parecen una opción más saludable.
Al margen de elegir la talla correcta, otro elemento importante es el tipo de tejido. En primer lugar debe ser de calidad y, en segundo lugar, el apropiado. Las fibras naturales, como el algodón, permiten el ajuste perfecto y evitan que se produzcan rozaduras o incómodas rojeces por lo que deberían ser la primera elección. Si bien es cierto que el mercado está repleto de todo tipo de combinaciones, muchas de ellas oportunas, todo lo que sea básicamente sintético debería quedar descartado ya que impide la transpiración y crea temperaturas de riesgo.
Para momentos puntuales, como la práctica deportiva, los bóxers podrían considerarse una buena opción ya que ofrecen amplitud (y, por tanto, libertad de movimientos) pero interesa que también aporten sujeción (ya que el riesgo de traumatismo testicular es mayor). De modo que, para el deporte, es aceptable elegir modelos ceñidos siempre y cuando se cambien por otros más amplios al terminar la actividad. Y, en el verano, cuando más aprieta el sol y más altas son las temperaturas ambientales, lo ideal es evitar bañadores con rejilla incorporada ya que, no solo añaden calidez sino que pueden provocar roces y heridas por el exceso de sudor.
La oferta actual es tan amplia que no tiene por qué ser dificil dar con el estilo que más encaja con la propia personalidad al mismo tiempo que con una prenda sana. Es más, probablemente sea mucho más fácil de lo que suena. Optad siempre por marcas de referencia que son garantía de calidad para disfrutar de vuestro yo más íntimo con mucha salud.
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Fuentes: efesalud/ elespectador.com/ tualdía.com Imagen: Pixabay.