Que un hombre regale lencería a una mujer no es ni tan habitual ni tan fácil. Lo cierto es que no son muchos los que se atreven a comprar piezas de moda íntima. Ya sea porque no conocen los gustos de sus parejas, porque no se sienten con la suficiente confianza para hacerlo o porque les aterra no acertar o causar una impresión errónea. Y es que no deja de ser un universo completamente distinto al suyo.
Si partimos de la realidad de los estudios que indican que un 90% de las mujeres no conocen exactamente su talla y copa de sujetador, podemos imaginar lo complicado que puede ser para un hombre adentrarse en una tienda y dar con la prenda adecuada. Sobre todo teniendo en cuenta que el tallaje que se aplica en el mundo íntimo femenino es más complejo que el estándar S/M/L/XL al que estamos todos más acostumbrados.
Pero algunos se aventuran en este indómito y desconocido paraje y, finalmente, compran ropa interior para ellas. Lo que sucede después puede dividirse básicamente en tres tipos de situaciones:
Que no acierten con la talla. A menos que hayan adquirido prendas de este tipo con anterioridad y dominen el lenguaje de la intimidad de la mujer, lo más probable es que les ocurra esto. Seguramente ellas apreciarán su esfuerzo y coraje por haberlo intentado (no todos lo hacen) pero necesitarán el tique regalo para resolver la situación. Llegados a este punto, sería aconsejable que ellos las acompañasen para familiarizarse un poco más con el vocabulario, medidas y modelos propios de este mundillo.
Que hayan elegido colores estridentes. La mayoría de los que dan el paso, suelen inclinarse por tonos llamativos que adoran contemplar en sus chicas como verdes, azules o rojos pero que, normalmente, ellas no eligen porque suelen tirar más a los básicos. Lo positivo de esta opción es que, gracias a la osadía masculina, las mujeres pueden introducir en su cajón de ropa interior modelos que jamás se hubieran comprado a sí mismas. De esta manera innovan, renuevan y prueban algo distinto que se sale de la rutina.
Que se hayan dejado llevar por lo más sexy. Una vez más, ellas suelen preferir prendas prácticas para el día a día y rara vez piensan en ocasiones especiales o en sentirse atractivas por dentro un lunes cualquiera. Pero cuando un hombre entra en una tienda de lencería se ve envuelto por la fantasía y la sensualidad, por lo que acaba eligiendo los modelos con más encajes, transparencias o pedrerías que caigan en sus manos. Es decir, los que desean ver puestos en sus parejas. Y, después de todo, no está tan mal ya que no deja de ser una forma de introducir algo de erotismo en ese surtido interior femenino generalmente poblado de prácticos y tradicionales tópicos…
En cualquiera de los casos, talla equivocada o no, tonos inusuales o tejidos cargados de pasión, lo que es evidente es que un hombre que regala ropa interior a una mujer muestra un gran interés por ella, valentía y ganas de aportar seducción y un toque muy especial a la relación. Así que bravo por ellos!
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