El cuidado de la ropa interior muchas veces pasa a un segundo plano, a menos que se trate de ese conjunto de lencería tan especial que se tiene apartado para determinadas ocasiones. Pero, en lo que respecta a las piezas del día a día, se puede decir que imperan las prisas, la practicidad y la ausencia de delicadeza. Y eso implica el deterioro de los tejidos, la pérdida de la intensidad del color, deshilachados inoportunos…etc.
Evidentemente, confiar en firmas de calidad siempre supone cierta garantía de durabilidad aunque eso no significa que sean inmunes al paso del tiempo, a la agresividad de ciertos detergentes o al abuso de los lavados…Sin embargo, existen ciertas pautas que pueden ayudar a mantener las prendas como nuevas durante mucho tiempo.
En primer lugar es importante respetar las instrucciones de la etiqueta ya que están específicamente indicadas para cada prenda según su composición. Y es que no es lo mismo que se trate de una pieza confeccionada en algodón o en seda, por ejemplo. También habrá que tener en cuenta el modelo y el tipo de ornamentación que incluye: lazos, encajes, microtul…etc ya que estos detalles pueden resultar dañados en la lavadora. Como norma general, lo ideal es utilizar un detergente suave o jabón neutro y lavar a mano. Si las piezas están sudadas o tienen alguna manchita en particular, conviene dejarlas en remojo durante 10 minutos antes de proceder al lavado.
Cuando no exista otro remedio que recurrir a la lavadora, lo más recomendable es utilizar bolsas de rejilla para proteger las prendas y evitar enganchones o roces que las puedan estropear. Y si se trata de sujetadores, no hay que olvidar cerrar los corchetes ya que pueden dañarse en el interior del tambor. De nuevo, un jabón neutro o detergente suave, programa de ropa delicada, sin centrifugado y a una temperatura no superior a los 30ºC es lo más conveniente para que la ropa interior no sufra demasiado.
A la hora de tender las prendas, lo mejor es huir de las secadoras y planchas y apostar por secarlas en horizontal y, sobre todo, al aire libre ya que, de esta forma, se reduce el riesgo de aparición de hongos y bacterias. La luz directa del sol tampoco es aconsejable ya que puede apagar el color y hacer que pierda su intensidad. Y, por supuesto, se aconseja proceder después a un correcto guardado. Es decir, doblados realizados con mimo y nada de retorcimientos extraños o de bolas deformes hechas con prisas….
En definitiva, mantener la lencería como nueva no es tan difícil. Solo que es un proceso que requiere de un tiempo y dedicación para los que no siempre se halla hueco. Sin embargo, merece la pena hacerlo ya que estos pequeños gestos permitirán amortizar la inversión realizada en su día y también lucir en todo su esplendor esos conjuntos por más tiempo. Ahorro y belleza todo en uno.
¿Vas a cuidar ahora tu interior como merece?
Fuentes: enfemenino/tiempodesanjuan Imagen: Pixabay